Fuente- El Perfil.
Parte de la familia agrícola, dejó la empresa para promover el liderazgo femenino. Marido oficialista, hermano elegido y el valor del campo.

Cuando Andrea Grobocopatel decidió integrarse a la empresa familiar, apenas eran cinco empleados. Corrían los años 80 y Los Grobo recién comenzaba, tras la disolución de la sociedad anterior que su padre tenía con su hermano. Egresada de Economía, al tiempo se dio cuenta de que esa no era la carrera más idónea para el puesto, pero fue aprendiendo a partir de la experiencia. “En ese momento no había capacitaciones, a lo sumo contratábamos a alguien que nos enseñara Excel. Pero todo fue brillante porque siempre quisimos ser mejores”, sostiene. En ese camino, en el que se define como “todóloga”, le tocó desde atender el teléfono a abrir las tranqueras en cada ida al campo, y lo siente como el mejor aprendizaje para el liderazgo que vino después, donde llegó a ser CFO de la compañía a la par del crecimiento exponencial, que la llevó a ser uno de los principales grupos empresariales de Argentina.
En paralelo a estos primeros años, Andrea se casó con su novio de toda la vida, Walter Torchio, y al año siguiente tuvo a su primera hija, Agustina. La beba nació con espina bífida, enfermedad de la que se enteraron en el momento del parto, y que también significó muchos años de tratamientos, operaciones y aprendizajes. Incluso se mudaron a Buenos Aires de su Carlos Casares original, en busca de mejor calidad médica, pero terminaron volviendo al pueblo cuando les resultó difícil conseguir jardín de infantes dada la discapacidad de su hija. “Nos volvimos a una comunidad que nos cobijaba más, y con 33 años hoy Agus la sigue eligiendo”, cuenta. A esta primera hija le siguieron Delfina y los mellizos Paulina y Luciano.
Noticias: ¿Fue raro en aquellos primeros años ser una mujer en el mundo del agro?
Andrea Grobocopatel: Nunca me di cuenta. Para mí trabajar a la par de los hombres no era un problema. En ese momento, entre la familia y los hijos no tenía ni tiempo de conceptualizar nada. Hasta que fui CFO y venía a eventos y a los bancos, y me di cuenta de que estaba sola… Sí sentí muchas veces que no era buena líder.
Noticias: ¿En qué sentido?
Grobocopatel: Tenía otro estilo para liderar. Pedía muchas opiniones y sugerencias, como un liderazgo que hoy llamo más femenino. Más responsable. Venía de tener a mi papá primero y después a mi hermano, líderes hombres, tradicionales, más verticalistas. Y vengo de una familia donde mi papá era el que trabajaba y mi mamá estaba en casa con nosotros. Ella hasta hoy le pide el dinero a mi papá. Sí creo que influyó muchísimo en lo que somos, pero desde el lado emocional. Y su rol nunca fue remunerado, así que el patrimonio siempre estuvo a nombre de mi papá. Eso también creo que fue importante para marcarme en lo que vengo haciendo hace más de 10 años. Y es parte de lo que me lleva a querer vender. Ya venía pensando que quería correrme de la empresa porque no tenía más que aprender y pensé que quería devolverle a la sociedad. Si seguía en Los Grobo no hubiera tenido tiempo.
Noticias: ¿Le costó emocionalmente ese desapego?
Grobocopatel: Muchísimo. Sentía que era mi quinto hijo, pero pude. Pero ya tenía armada la Fundación FLOR desde 2012, con la que buscamos transformar líderes y organizaciones para una sociedad mejor. También tenía armada mi empresa agropecuaria, porque Los Grobo había crecido, así que teníamos nuestro propio patrimonio. Eso me daba libertad, pero además busqué la libertad de decidir qué hacer cada día. Por eso vendí mi parte en 2016.
Noticias: ¿Cambió su relación con su familia?
Grobocopatel: Sí, hasta mejoró. Siempre me llevé muy bien con mis hermanos, porque parte del rol de mi mamá fue enseñarnos a decir lo que sentíamos y no acumular dentro. Yo llegué a ser vicepresidenta de la compañía y tuve la presidencia de una de las empresas en Paraguay, pero siempre sentí que tenía un techo. Mi hermano era el elegido, por todos y por mí también.
Noticias: ¿Era el elegido por habilidades o por ser el único varón entre los hermanos?
Grobocopatel: Todo sumaba. Por habilidades sin duda, pero también era el varón y el mayor. Nosotras veníamos de una educación machista, a mí no se me hubiera ocurrido plantear que quería ser presidenta y tampoco sé si mis hermanas me hubieran votado. Hoy estoy feliz de poder entender eso sin ningún resentimiento. Me sirve para contar e inspirar. Estoy muy contenta de haber vendido, tenía ya armada la empresa agropecuaria donde tenía algún campito mío y donde también los hermanos hicimos procesos de divisiones, todo muy organizado, por sorteo. Eso ayudó a que no hubiera problemas. Tener independencia económica libera también de muchas tensiones.
Noticias: ¿Le abriría la puerta a la política?
Grobocopatel: No, no me sale. Sí puedo acompañar. Quiero que a los oficialistas les vaya bien, y no porque mi marido esté hoy como senador por la provincia de Buenos Aires, sino porque quiero que al que está le vaya bien. Es como en las empresas, hay que lograr que al líder le vaya bien, estés de acuerdo o no. Hay que decir la opinión en el directorio, no al público, sino es un desorden.
Noticias: ¿Y cómo ve la relación entre el oficialismo y el campo?
Grobocopatel: Justo me lo preguntás en un momento donde se han tomado algunas medidas que están dándole valor al campo. Antes sentías que era todo contra el campo, que la gente pensaba que el campo es el que gana plata y el que tiene que pagar. Al contrario, tenemos que abanicar al campo por todo lo que nos da. Hago mucho el cálculo de cuánto aporta el campo al país, y el 60 o 70% de mis ingresos son para el estado nacional, provincial y municipal. Entonces por cada hectárea de soja que estoy sembrando para el año que viene con suerte me van a quedar 100, 200 dólares, porque no es un año de ecuación favorable, pero el estado igual sigue recaudando 500 dólares. Y eso es para valorarlo, no para estar pensando cómo más se le sigue sacando. Creo que por suerte nos estamos dando cuenta de eso y el campo está informando de otra manera también.
Noticias: ¿Hubo una demonización ante la opinión pública?
Grobocopatel: Ese es otro de sus desafíos, demostrar que no son los grandes terratenientes. Uno gana si llueve, si no se te heló el cultivo, tenés muchas inclemencias, y a veces te va bien y otras no. Hay que agradecerle mucho al campo y seguir viendo cómo agrandar la torta, no quitarle más al único que te aporta. Y esto lo pienso también en función de los hombres y mujeres. No se puede pensar que porque asumen más mujeres, le quitan lugar a los hombres. Tiene que haber más empresas, más directorios, más lugar para todos.